Sobre el modo de aprender
Datos Generales
Tratado de educación escolástica para jóvenes, estudiantes de escuela de gramática.
Título del libro: | Sobre el modo de aprender |
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Título original del libro: | De modo addiscendi |
Autor Original: | Gilbert de Tournai |
Introducción y estudio preliminar: | Javier Vergara Ciordia; Virgilio Rodríguez García |
Traducción: | Javier Vergara Ciordia; Virgilio Rodríguez García |
Editorial: | Universidad Nacional de Educación a Distancia/Biblioteca de Autores Cristianos |
Plaza de Edicion: | Madrid |
Año: | 2014 (1ª edición) |
ISBN: | 978-84-362-6457-9 |
Páginas: | 521 |
Precios: | Formato papel: 37.45 € Formato electrónico: 16.33 € |
Ficha Catalográfica
Se sabe muy poco con certeza de la biografía de este autor, y son los datos que él mismo da en sus escritos. Nació a inicios del siglo XIII en Tournai, en el seno de una familia nobiliaria. Entre 1231 y 1240 cursó estudios en la Universidad de París, donde conoció a los franciscanos. Insatisfecho con una vida dedicada a especulaciones intelectuales estériles, ingresó en la orden de los hermanos menores con el fin de cultivar las letras y, sobre todo, llevar una vida edificante para contribuir a la necesaria reforma de la Cristiandad. Se hizo célebre por sus sermones, que llegaron a gozar del aprecio del papa Alejandro VI. También gozó del aprecio del propio Luis IX de Francia, para el cual escribió en 1259 du obra Eruditio Regum et Principum. En 1260 escribió la obra que aquí nos interesa: De modo addiscendi, donde afirma que abandonó la docencia universitaria para dedicarse a la edificación espiritual, si bien en 1263 se lo encuentra como maestro de los franciscanos. Puede que acompañase a san Buenaventura al Cuarto Concilio de Lyon de 1274, y debió fallecer entre 1288 y 1292. Además de las obras mencionadas, fue autor de otra obra pedagógica (Rudimentum), sermones y obras litúrgicas, hagiográficas, apologéticas e históricas.
El libro se divide en cinco partes. La primera versa sobre la importancia del aprendizaje y del estudio. Allí Gilbert de Tournai afirma que el estudio es la vía insoslayable para el acceso a la felicidad; un camino en el que (a través del conocimiento de la creación, las Sagradas Escrituras y la persona de Jesucristo) el ser humano se convierte y cultiva, en un proceso en el que la conversión ascética y espiritual son inseparables del aprendizaje científico. Hablamos, entonces, de una pedagogía escatológica en la que sobre todo las élites están llamadas a conformar su vida a la de Cristo para promover el bien común y la felicidad sobrenatural de los súbditos. Por ello, esta parte dedica un espacio considerable a las condiciones y el camino que debe seguir el noble en su educación para cumplir con tan alto fin.
En la segunda parte se trata sobre el papel del profesor. Gilbert de Tournai describe la fisonomía de lo que debe ser el buen maestro: que tenga competencia intelectual a la par de humildad y valores cristianos. En efecto, para el autor, la competencia profesional del docente se fundamenta en una vida intachable, una ciencia sólida, facilidad de palabra y habilidad pedagógica. El autor también insiste en la idea de personalizar la educación; es decir, adaptar el método a la persona o personas concretas hacia las que se dirige la enseñanza. Para ello, el profesor debería tener en cuenta la edad del alumno, conocer sus capacidades, considerar el orden lógico de los saberes y discernir la pertinencia de los contenidos. Por otro lado, el maestro debe saber corregir con eficacia, de tal manera que sepa imponer la disciplina para evitar que las enseñanzas y la edificación moral se desvirtúen y se pierdan. El autor tiene una visión bastante negativa de la infancia y de la adolescencia, así como del actuar de los alumnos y de sus padres; de ahí la importancia de la disciplina, que debe aplicarse en diversos grados, combinando el castigo físico con la admonición verbal y la debida prudencia para no excederse en la aplicación del plan correctivo.
La tercera parte del libro está dedicada a la instrucción del alumno. Éste debe adquirir, en primer lugar, las debidas cualidades morales, lo cual no es fácil ya que se debe forjar el espíritu del alumno y prepararlo con sus disposiciones interiores para superar el lastre del pecado original. El alumno debe someterse voluntariamente al maestro para adquirir dichas cualidades, lo cual requiere que cultive las virtudes de la prudencia, la paciencia y la obediencia. Después, el alumno debe aplicarse al estudio a través de la concentración, la aplicación del oído exterior y el desarrollo de la razón interior. Así, el alumno debe evitar las distracciones exteriores, las excusas y llevar un régimen de vida encaminado al debido sosiego y tiempo para aplicarse al estudio (concentración); después, el alumno debe escuchar con atención, en silencio y sin desagrado al profesor (aplicación del oído exterior); por último, el estudiante debe formar su pensamiento trascendiendo lo sensitivo para llegar a lo intelectivo y combinar ambas facultades y elevarse hacia las grandes verdades del intelecto y del espíritu (desarrollo de la razón interior).
En la cuarta parte del libro Gilbert de Tournai reflexiona sobre cómo debe ser la enseñanza. Aquí se aprecia su conformidad con las ideas básicas de la escolástica de su tiempo, prestando atención a los sentidos (sensus), a la inteligencia (ingenium), la memoria (memoria) y a la razón (ratio). En el primer estadio (los sentidos) el alumno debe aplicarse a la lectura para recibir la información. Debe leer breves pero buenas y evitar las abundantes lecturas que puedan disipar su concentración y su aprendizaje. Gilbert de Tournai muestra cómo se ha de saber leer libros profanos, apócrifos e incluso heréticos, y discernir en ellos lo erróneo de lo que es aprovechable. Para esto, es importante la inteligencia (ingenium) que se cultiva mediante los debates y la elaboración de escolios que permiten finalmente retener lo aprendido (memoria). A partir de ahí, el alumno puede desarrollar sus propias ideas con la debida humildad y prudencia, una vez que ha alcanzado una madurez intelectual y una destreza en las etapas previas. Invita a los alumnos a escribir, pero siempre bajo la debida guía, y recomienda que escriban aquello que se les solicita y no lo que a ellos les parezca. Para el autor franciscano, la razón (ratio) es una facultad del ser humano que está sujeta al ejercicio y aprendizaje, y que debe partir de la contemplación del creador a través de la creación, en un ambiente de descanso, quietud y silencio. El alumno debe reflexionar sobre las Sagradas Escrituras y escuchar a las personas adecuadas. De lo contrario, el estudiante puede caer en los riesgos que Gilbert de Tournai señala al final de esta parte.
Por último, la quinta parte trata sobre el progreso y perfeccionamiento en el estudio (que debe comenzar con el rechazo de los vicios, el abandono de las actitudes pueriles y el ejercicio del conocimiento activo) y la sexta se dedica al progreso de los perfectos, es decir, a aquellas personas que hayan alcanzado un alto grado de conocimientos y santidad de vida. Es la parte más mística y en ella se ahonda en el valor de la lectura, de la meditación, la oración y la contemplación.
La obra no es especialmente original, sino que recoge la tradición escolástica pedagógica desde los autores clásicos hasta el nuevo impulso de este género en el siglo XII y principios del XIII. No obstante, la obra presenta una gran claridad y solidez de sus fundamentos pedagógicos y representa sin duda el espíritu de la pedagogía franciscana, donde se intenta conjugar íntimamente el cultivo intelectual con el espiritual. Es una obra muy didáctica y clara, alejada de cualquier artificiosidad, y busca exponer con sencillez los ideales pedagógicos y espirituales del autor conforme a su espíritu de renovación de la Iglesia y de la sociedad de su tiempo. Se aprecia una gran influencia de san Agustín, y se pueden ver muchas coincidencias con el pensamiento de san Buenaventura. Por lo tanto, esta obra es perfectamente catalogable como escolástica, si bien el autor trata de dar en ella un nuevo impulso a los ideales de dicha tradición, adaptándolos a las nuevas realidades de la Plena Edad Media. Por otro lado, se conservan varias copias manuscritas, lo cual nos habla de una buena recepción y extensión de las ideas de Gilbert de Tournai. No obstante, la obra sería en buena medida olvidada después del Medievo, hasta que se recuperó en el siglo XX.
1. Edición príncipe y reediciones antiguas:
Existen diversos manuscritos, anteriores a las ediciones modernas.
- Florencia: biblioteca Laurenciana, Plut. 36, dext. 6, ff. 238v-309.
- París: Biblioteca Nacional, cód. lat. 15451, ff. 227r-268r.
- Edimburgo: Biblioteca Universitaria, cód. 111 (DD. 1,12), ff. 144v-192r.
- Cracovia: Biblioteca Jagellónica, cód. 690 AA VIII, 34, ff. 1-137.
- Brujas: Biblioteca de Brujas, Ms. Cote 441
- Navarra: Biblioteca de la Universidad de Navarra, MF 000142.
2. Localización ediciones impresas y ediciones electrónicas:
- E. Bonifacio, De modo addiscendi, introduzione e testo inedito (Turín 1953).
- Una primera edición parcial se dio en: De Poorter, Alphonse, “Un traité de pédagogie médiévale: le "De modo addiscendi" de Guibert de Tournai, O.F.M. Notes et extraits”, en Revue néo-scolastique de philosophie vol. 24 (1922) pp. 195-228.